Después del clímax
de “Proyecto X”, hay una escena donde el personaje principal, Thomas, regresa a
la escuela después del proyecto titular, una fiesta gigantesca. Al principio, es nervioso, pero mientras
camina a través de los pasillos, los otros alumnos empiezan a saludarlo y
entonces más y más hasta que la masa rompe en aplausos, lo cual más me
impresioné sobre es que no tiene un mínimo de ironía, no, es la bella
resolución que este chico ahora tiene el respecto de sus compañeros a cambio de
la perdida de su casa, su prospecto para la universidad y su reputación con la
ley. Es más o menos un resumen de la película de 2012, la que es mejor cuando
no se toma demasiado en serio, pero por desgracia pasa la mayor parte de sus 88
minutos promoviendo una fantasía que últimamente intercambia la degradación de
niños por la degradación de adolecentes.
El
asunto de “Proyecto X”, si puedes llamar esta mezcla de clichés un asunto, es
que los amigos de Thomas, el gordo J.B. y el arriesgado Costa (el segundo de
que voy a hablar más luego), deciden darle una fiesta loca para el cumpleaños
por conseguir la aprobación de sus compañeros de escuela. Además, Thomas quiere
impresionar a su mejor amiga, Kirby. En lo cual sorpresa a nadie del publico,
la fiesta sí se vuelve loca, demasiado loca que pensé Thomas y sus amigos y
puedes adivinar el resto.
“Proyecto
X” es mejor cuando no se toma demasiado en serio, y el personaje de Costa es el
mejor ejemplo. Bajo, inseguro y con una confianza falsa, el actor Oliver Cooper
hace un perfecto sátiro de un adolecente que trata de ser lo mas superguay. La
verdad, sin embargo, es que la mayor parte del tiempo, se ocupa de la fantasía
de chicas desnudas, edificios en fuego, drogas, o lo que sea en un joven
típico. No es decir que estas cosas son malas, no, en la realidad, muchas,
especialmente las chicas desnudas, son los placeres más ricos de la vida. No,
lo que arruina a “Proyecto X” (además que sus bromas a costa de los gordos y los
enanos) es que el personaje principal solo hace lo que hace para conseguir la
aprobación de otras personas. Antes de la fiesta, Thomas es un “buen chico” que
tiene un futuro exitoso, si aburrido, porque es lo que quiere sus padres
mientras durante y después de la fiesta que es su dicha liberación, toma
bebidas y destruye su casa y barrio porque es lo que quiere sus amigos y sus
compañeros. Esto, a mi, es muy patético y lo hace muy difícil simpatizar con un
personaje tan patético.
Así, hay dos
maneras en que puedes ver esta película: disfrutarlo porque es bastante tonto o
pensar en esta tipo de subyugación de tu mismo de las opiniones de otras
personas que parece ser un tema tan popular en las películas. Yo, por lo menos,
pienso en los 100 millón dólares en billetes que gastaron los norteamericanos
por una fantasía de sacrificar todo por un día de fama.
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